El informe semanal precisó que, hasta ahora, fueron cosechadas en la provincia de Santa Fe, 48.900 hectáreas, lo que representa el 13% del total sembrado y un avance intersemanal de un punto.
La cosecha de trigo en el centro y norte de Santa Fe avanza a paso lento a causa de las lluvias y en una semana se levantaron menos de 4.000 hectáreas, con rindes que no variaron respecto de los primeros lotes trillados.
El informe semanal que confeccionan el Ministerio de la Producción de la provincia y la Bolsa de Comercio de Santa Fe precisó que, hasta ahora, fueron cosechadas 48.900 hectáreas, lo que representa el 13% del total sembrado y un avance intersemanal de un punto.
«Los escenarios de inestabilidad climática condicionaron y paralizaron el proceso de trilla en toda área donde había comenzado, particularmente en el norte», indica el trabajo, que añade que la cosecha se reanudó «a medida que las condiciones de piso y humedad de grano lo permitieron, en forma lenta».
Los rendimientos promedio no variaron respecto de semanas anteriores, con mínimos de entre 8 y 12 quintales por hectárea y máximos que llegaron a entre 38 y 41,5 quintales, con lotes muy puntuales de 42-42,5 quintales.
Respecto de las lluvias, se acumularon entre 30 y 150 milímetros y fueron de baja intensidad, con lo cual se logró «la total infiltración del agua caída».
Con la estabilidad climática que siguió, se «generaron ambientes saludables» y se produjo el ingreso a los potreros tanto para cosechar el trigo como para la implantación de arroz, sorgo granífero, algodón y soja temprana.
Entre los cultivares que están en plena etapa de crecimiento las lluvias favorecieron a los de girasol, cuyos sembrados «se hallaron en buen a muy buen estado, con algunos lotes excelentes, uniformes, constituidos por plantas de buenas estructuras, homogéneas y vigorosas».
En cuanto al estado sanitario, hasta el momento no se detectaron plagas ni enfermedades, pero prosiguió el monitoreo de los predios por posible presencia de orugas cortadoras (Agrotis spp) y también se trabajó en la detección temprana del mildew (Plasmopara halstedii).
El maíz temprano fue otro de los cultivos de la cosecha gruesa que se benefició por los escenarios climáticos del período.
«Los distintos lotes continuaron expresando la muy buena respuesta/reacción a las fertilizaciones efectuadas, con buenos indicadores, estructura de plantas, uniformes y con intensa coloración en sus hojas, demostrando así todo su potencial genético», señala el informe.